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El dolor de cabeza por helado: cómo afecta al cerebro y tips para evitarlo

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¿Alguna vez has experimentado un dolor punzante y fugaz en la frente al comer algo muy frío, como un helado o un granizado? Este dolor, conocido como «brain freeze» o cefalea por estímulo frío, es una sensación común pero intrigante. Aunque generalmente es inofensivo, este fenómeno revela mucho más sobre nuestro sistema nervioso de lo que podría parecer a simple vista. Recientes investigaciones científicas sugieren que, lejos de ser una molestia trivial, este dolor breve podría ofrecer valiosas pistas sobre el tratamiento de migrañas y otras afecciones neurológicas.

¿Qué causa el «brain freeze»?

El «brain freeze» ocurre cuando consumimos algo muy frío, como un helado o una bebida helada, de forma rápida. El estímulo frío en el paladar provoca una rápida constricción de los vasos sanguíneos, seguida de una expansión en los mismos. Este cambio brusco en la temperatura desencadena una señal enviada por el nervio trigémino al cerebro, interpretado como un dolor de cabeza en la frente o las sienes. Aunque el dolor se origina en la boca, lo percibimos en una zona alejada del estímulo inicial, lo que se conoce como «dolor referido». Es un fenómeno neurológico que no solo es fascinante, sino que también tiene implicaciones en la comprensión de ciertos trastornos cerebrales.

El «brain freeze» se ha convertido en un área de interés para los científicos, quienes están explorando cómo las respuestas del sistema nervioso a estímulos extremos como el frío podrían ser utilizadas en el tratamiento de enfermedades neurológicas, incluyendo migrañas y cefaleas en racimo. De hecho, algunas investigaciones han sugerido que las reacciones de los vasos sanguíneos durante el brain freeze podrían ser una vía útil para tratar afecciones graves que implican presión intracraneal, como los paros cardíacos, utilizando un enfoque llamado hipotermia terapéutica.

Un evento más frecuente de lo que se cree

Aunque el «brain freeze» es conocido principalmente como un dolor temporal y benévolo, estudios recientes han revelado que puede ser una señal de sensibilidad aumentada en el sistema trigémino, el nervio que conecta la cara con el cerebro. Este tipo de dolor tiene una alta prevalencia en personas con antecedentes de migrañas, y se estima que entre el 15 y el 37% de la población general lo experimenta. Sin embargo, la prevalencia es significativamente mayor entre niños y adolescentes, llegando a cifras del 40% al 79%, según diversos estudios.

Un estudio realizado con niños de 10 a 14 años en Alemania mostró que el 62% de los participantes experimentaron «brain freeze», mientras que solo el 31% de los adultos lo padecieron. La diferencia podría deberse a factores anatómicos, como un mayor número de receptores sensitivos en los niños, o a la forma en que el cuerpo se adapta con la edad.

Por otro lado, este fenómeno tiene una notable relación con antecedentes de migrañas. Las personas propensas a las migrañas parecen ser más susceptibles a los efectos del frío en el paladar. Un estudio reveló que el 94% de las personas que sufren de migrañas también experimentan «brain freeze», lo que podría sugerir una correlación entre ambas condiciones.

¿El «brain freeze» es riesgoso?

Aunque el «brain freeze» provoca molestias, es un fenómeno inofensivo y transitorio. En la mayoría de los casos, no acarrea problemas médicos serios. Sin embargo, hay un caso excepcional registrado en 1999, donde un joven se desmayó tras consumir agua muy fría, debido a un fuerte reflejo vagal. Este incidente no está directamente relacionado con el «brain freeze» habitual, sino con una reacción autonómica incontrolada en condiciones de calor extremo y una predisposición fisiológica. Este episodio sirve más bien como un recordatorio de la capacidad del cuerpo para reaccionar de manera extrema ante estímulos físicos excesivamente intensos.

En general, el «brain freeze» es una sensación pasajera que no supone un riesgo grave para la salud, aunque puede causar malestar mientras se experimenta.

¿De qué manera prevenir el «brain freeze»?

La ventaja es que existen métodos simples para evitar el dolor de cabeza causado por el consumo de helado. La estrategia principal es mantener un ritmo moderado. Consumir alimentos o bebidas despacio es la táctica más efectiva, ya que proporciona al organismo el tiempo necesario para ajustarse a la temperatura baja. Si consumimos algo frío de manera apresurada, el organismo no logra adaptarse a la variación térmica a tiempo, lo que activa la respuesta de dolor.

Además, impedir que la comida fría entre en contacto directo con la parte superior del paladar, que posee una gran cantidad de vasos sanguíneos, puede evitar el dolor. Emplear una pajilla para beber o sostener el líquido sobre la lengua antes de ingerirlo también puede contribuir a disminuir el riesgo de experimentar un «brain freeze».

Si el dolor ya ha comenzado, hay una solución simple: presionar la lengua contra el techo de la boca. Este contacto ayuda a restaurar la temperatura en la zona y alivia el dolor en pocos segundos.

Un aprendizaje sorpresivo sobre la mente y cómo evitarlo

Aunque el «congelamiento cerebral» generalmente se ve como una molestia menor, su análisis ofrece indicios valiosos sobre el funcionamiento del sistema nervioso y nuestra respuesta a estímulos extremos. Lo que para muchos es un dolor pasajero podría ser clave para comprender reacciones cerebrales más complejas, como las que se manifiestan en migrañas y otras condiciones neurológicas. Al aprender a identificar y prevenir esta respuesta, no solo evitamos el dolor instantáneo, sino que también estamos descubriendo mecanismos potencialmente útiles para tratar trastornos más graves. Así, el «congelamiento cerebral», lejos de ser insignificante, se convierte en una pequeña ventana a las complejas interacciones de nuestro organismo con el entorno.

Por Otilia Adame Luevano